Después de la marcha 8M
Diseño de imagen Alejandra Benitez.
Después de mi primera marcha del 8M, me preguntó por qué no me sumaba antes?, apatía?, indiferencia?, creía que solo era para las más jóvenes?
Me parece que en el pasado no me sentía tan identificada porque ignoraba las señales de violencia, sumisión, represión, descalificación y opresión que he vivido a lo largo de mi vida aunque fueran en menor escala. Siempre he estado en actitud de estar “echada para adelante”, de sobreponerme a las dificultades por ser mujer, ¿qué eso de ser mujer? Años me ha tomado para comprenderlo, para dejarme sentir con amplitud esta experiencia, más difícil aún contestar algo que alcance a describir la experiencia misma.
El 8M vi marchar a las madres que siguen buscando a sus hij@s, a las maestras feministas, en sillas de ruedas, las embarazadas, mujeres medicina, cuidadoras de bebés, niñas, pubertas, adolescentes, jóvenes adultas, ancianas, algunas con sus parejas, madre e hija, tías y sobrinas, amigas, novias, migrantes, compañeras, hermanas todas, junto con las vestidas de negro con sus pasamontañas y su chonguitos como pussi riots, algunas íbamos de color morado, lila, otras de verde, pañoletas en muñecas con mensajes de “ni una más”, megáfonos y garrafones convertidos en tambores que retumbaban a su paso y nos levantaban los ánimos con cantos y coros “mujer despierta esta es tu lucha”, “la que no brinque es machista…” y brincábamos coordinadas, flores moradas en las manos, maquillajes con brillantinas con el símbolo de venus, globos, algunas con top de bikini, blusas con motivos femeninos, todas coloridas y llenas de creatividad expresada en color, textura y hechura de sus outfits, mascotas acompañando a sus humanas, muchas con alas de mariposas como muestra de la transformación y resiliencia.
Nunca imaginé sentirme plenamente segura y protegida en medio de cientos de mujeres que sin conocernos podíamos unirnos en gritos y cantos, nos recuerda que todas necesitamos de unas y de otras, aun cuando la violencia se veía expresada cuando veíamos cristales rotos de negocios con denuncias de acoso y violencia se escuchaba el grito “no solo es una, fuimos todas”, casi estando en el centro de México no se dejaron de ver mensajes en inglés como “girl power”, “fuck the patriarchy”, me sentí tan identificada con tantas pancartas y cantos que me alegro haber salido de mi espacio de zona de confort para poder sumarme a la experiencia de ser una más que si ha sufrido y sentido los embates de ser mujer, porque no tengo que vivir una tragedia, ni estar violentada para unirme a la marcha, cuántas mujeres han pasado por cientos de sacrificios y esfuerzos para que yo pueda estar donde estoy hoy; en el fondo fue una marcha también de agradecimiento a todas ellas, mis amigas, mis tías, mis compañeras, mis vecinas, mis primas, mis iguales, mis maestras, mis guías, mis pacientes, mis conocidas, mis colegas, gracias a todas ellas y a las que pude acompañar y acompañarme en esta muestra de sororidad.