Mis Padres
Soy muy afortunado. Tengo muchos padres. Soy muy afortunado, ninguno ha muerto. Hay unos que tienen muchos años bajo tierra: “andan de mineros”, decíamos cuando jóvenes.
Ninguno ha muerto, todos están en mi corazón, y así de pronto me doy cuenta que este corazón ha ido creciendo, pues alberga a todos mis padres.
Aquel pajarero con el que platicaba en el camellón, hoy es avenida México. Atrapaba pájaros para vender con grandes mallas; yo atrapaba su platica, su contacto. Lo conocí curioseando y caminando por la ciudad, caminando al azar… aprendí mucho de su contacto, pues no me acuerdo nada de lo que platicábamos. También tenía algunos, protectores en mi colonia: “la moderna”. Me cuidaban los “grandes” y mi timidez lo permitía. Que agradecido estoy: Gerardo Quezada, Fernando Ibarra, los raites en la camioneta de la “cremería Eugenia” del papá de los Quezada, al colegio, ¡¡¡el olor a leche y crema… como hablaban!!!… lo bueno es que el recorrido era corto.
Mi propio padre, con su silencio primordial, su cercanía, jugando futbol, beisbol y aquella vez que me salvó de que una pelota me rompiera la cabeza, en el estadio de “los Charros” … Años más tarde me salvó de amenazas y conflictos más grandes, como aquel donde me acusaban que había robado y tuvo que poner un abogado a que me defendiera. El llevarme de vacaciones a su pueblo, un pueblo lleno de paz y tranquilidad; aun voy, me dijo dónde estaba enterrado su ombligo; ahí tengo también mi raíz.
Su primo “Gueyo” vendía con el papas en el tianguis dominguero del agua azul, sentados en el suelo, a media calle; me presumía: “es hijo de Don Jesús”, les decía a todas las mujeres que iban a comprar papas, de “ojo morado”, “alphas”, “rositas”, etc…
Luego tengo padres espirituales, no que los anteriores no lo sean, sino que los espirituales los buscaba porque ya no solo era mi corazón el que quería compañía, sino también mi alma: aquellos que conocí en el “condominio Guadalajara”, yo tenía 12-13 años, solo recuerdo la sensopercepción de que tenían una reunión sagrada y que me permitieron entrar, era yo bienvenido, también les gustaba el buen comer, había muchos platillos, ricos de sabor…
Luego se me aparecieron los jesuitas, la mayoría sabios, el P. Palomera Márquez, por ejemplo; y en sus escuelas maestros igual de sabios que ellos: Cuellar, en literatura; “El Oso” y “La Dori” en matemáticas: no aprendí nada, pero creo me ayudaron a estructurar mi “salvaje” cerebro a ponerle un poco de orden…El P. Vela, el enseñaba a través de la acción comunitaria, igual que Gargon, ¡gracias!…
También a través de los libros vivos, tuve muchos maestros; (pues la mayoría de libros están muertos, pues no han sido escritos con la viva experiencia y el corazón) en los libros vivos, la lista es interminable, aún no termina…
Los que siguen, se me aparecieron, y esa es la palabra adecuada, “yo no los pedí”, de manera consciente, pero que encuentros!!!, o más bien que encontronazos!!!…Uff!…
Aun sigo asimilando sus enseñanzas y mi corazón creciendo…: Guillermo con sus encuentros, en los mercados, en los restaurantes, en el mar, en la sierra en la casa de mi papá, en TOKS, en la cárcel, en donde vendieran cecina, las conversaciones que eran para abrir la cabeza, el corazón, y el instinto…armonizarlos, los tres, la triada…no era terapia, eran encuentros de un maestro con sus discípulos.
Claudio, inolvidable, indiviso, transparente, sí con defectos, nada de lo humano le era ajeno!; también de muy pocas palabras: potentes, sabias, para saciar la sed del alma, la sed metafísica, palabras que, aunque no entendía con la cabeza, resuenan aun en todo mi infinito ser, resuenan hasta el infinito, no se silencian nunca…Pues junto con la palabra conlleva una verdad-vivida, eterna…gracias.
¡Soy muy afortunado tengo muchos padres!
Deseo que todos encuentren a todos sus padres!!. Aunque los mercaderes los quieran hacer productos…son nuestros padres vivos.
Paco Ramos Junio 2024.
Imagen: cortesía Paco Ramos.