¿Para qué ir a terapia?

¿Para qué ir a terapia?

La necesidad de acudir a terapia surge comúnmente de la inquietud de querer detener el sufrimiento y dolor de una experiencia que no encontramos cómo aliviar más que hablando o pidiendo consejos sobre lo que debemos hacer. El hablar sobre lo que nos sucede parece, a veces, ayudar y aliviar momentáneamente lo que estamos padeciendo; sin embargo, los obstáculos para el crecimiento de cada persona son muy particulares y, con frecuencia, la persona los desconoce. No es fácil reconocer estos obstáculos a simple vista; es necesario reconocer cómo es el sufrimiento y dolor del cliente/paciente para poder comprender su situación y lo que está evitando su desarrollo personal. Aquí es donde la terapia se vuelve el espacio ideal para conocerse, para descubrir qué detiene el propio bienestar.

Uno de los propósitos principales de ir a terapia es autoconocerse, y ese proceso empieza con una escucha activa por parte del terapeuta, que permita que el cliente/paciente aprenda a escucharse también, que acceda a descubrir sus motivaciones, sus fantasías, sus deseos y, principalmente, sus necesidades. Esto no sucede automáticamente en una plática casual, ni siquiera en una conversación en la que los involucrados quieran caerse bien, complacerse o divertirse. Los problemas que las personas plantean en terapia se vuelven una puerta de entrada al corazón de esas personas, a su mundo de creencias, a sus obstáculos y a sus vínculos. “Cada individuo tiene un mundo interno diferente y el estímulo tiene un significado distinto para cada uno”. (Yalom, I. D., 2002).

Desde hace muchos años se sabe que las personas tenemos una propensión a la autorrealización; aun así, nos cuesta trabajo llegar ahí; no es cosa sencilla. “Si se quitan los obstáculos —cree K. Horney—, el individuo se desarrollará hasta convertirse en un adulto plenamente realizado”. (Yalom, I. D., 2002). Este potencial es como un camino que hay que trazar; no está marcado con anticipación; es un proceso que se hace en compañía de otro que ha recorrido el camino del autoconocimiento, que conoce las batallas de enfrentarse a sus dificultades y que ha tenido la experiencia de tocar el dolor y la frustración. “… el individuo afectado no reconoce la diferencia; es decir, no sabe que ha existido una pérdida, limitación o fracaso en el desarrollo de su potencial completo”. (Naranjo, C., 1996).

Una de las grandes ventajas de acudir a terapia es que nos permite salir de la burbuja de creer que estamos solos en la desgracia o en el infortunio y entrar a un espacio mayor para descubrir que no estamos solos, que el mismo terapeuta inclusive conoce esos sentimientos y los ha experimentado. Compartir el dolor y lo que nos hace humanos nos sensibiliza y ayuda a salir de nuestro mundo interior que parece no tener salida; nos ayuda a saber que hay otro que entiende, conoce esos sentimientos, está abierto a escuchar y a acompañarnos. “En la terapia individual nuestros pacientes revelan muchos sentimientos que nosotros, los terapeutas, también hemos experimentado, y hay un lugar y un tiempo en la terapia para compartirlos”. (Yalom, I. D., 2002).

La terapia es un ejercicio de autorrevelación que ayuda a ir fortaleciendo a la persona en la que podemos convertirnos, algo que difícilmente sucede de manera cotidiana. Generalmente estamos atados alas exigencias de nuestros seres queridos o de la sociedad, por lo que la terapia, además de ser un camino de autoconocimiento, puede ser un proceso liberador y de fortalecimiento de nuestro verdadero SER.

Existen terapias tan distintas y diversas como distintos y diversos somos los seres humanos; existen diferentes estilos y enfoques, con estrategias tan variadas que algunas, incluso, parecen contrarias unas a otras; sin embargo, lo fundamental es encontrar a alguien que sepa escuchar y no decirnos qué hacer ni cómo dirigir nuestra vida. La terapia es un espacio para que la persona encuentre sus propias respuestas; en ocasiones no hay nada qué resolver, simplemente aceptar, conciliar y descubrir cómo se necesita vivir. Porque ser humanos es comprender que nada sucede solo por una sola causa, es aceptar que somos complejos y que somos un misterio, como la vida misma.

Catalina Preciado

Bibliografía

Naranjo, C. (1996). Carácter y neurosis. Una visión integradora. La Llave D.H. España.

Yalom, I. D. (2002). El don de la terapia. Carta abierta a una nueva generación de terapeutas y sus pacientes. Planeta. México.

Anterior
Anterior

hoy es 8 de marzo

Siguiente
Siguiente

Día del Maestro (a)(e)